jueves, 13 de junio de 2013

CUENTOS XINKAS




LA  APUESTA ESPAÑOLA XINKA.

Dentro de los hermosos relatos del pueblo xinka, se encuentra el de la apuesta de un español con el Tekuan Mayor “Mokesϋ’ mϋ” en el momento de la colonización.

Hagamos una apuesta dijo el español si te gano me das todas la riqueza de tu pueblo y si me ganas no le quito nada, expreso el occidental, ¡esta bueno!  Respondió humildemente mokete aceptando el reto, y corrió por su mente decirle a quien probaba su sabiduría que él era un sabio y que no trataba de probarlo porque iba a perder la apuesta, pero el sucio corazón y la intensión de su enemigo era dejarlo mal ante sus propios compañeros y compañeras y someterlo a la servidumbre y esclavitud de la enseñoreaban los invasores, es este caso a partir de la posible ignorancia de Mokesϋ’ mϋ. Detenidamente y pensado un poco en la astucia del  extraño  ¡Que queres! que haga dijo Mokesϋ’ mϋ hagamos una apuesta dijo el otro, ¡ya te dije que esta bueno! Miremos que comen ustedes y que comemos nosotros añadió el castellano “veras que ustedes comen gusanos” dijo sonriendo el gran Tekuan  de estas tierras, ¿Cómo va a ser replico el europeo, si nosotros comemos carne de la mejor? Ustedes sólo comen cosas que no son buenas, montes y otras cosas dijo, no creas expreso el líder Xinka, te apuesto que comen gusanos, sentencio, no, dijo el invasor.

Bueno enterremos nuestras comidas por tres días y al tercer día veremos que comen ustedes y nosotros comento el Tekuán de este pueblo; el occidental acepto y en un terreno cercano enterraron sus comidas en una jícara del morro de la costa, cada uno enterró la propia el español  la carne que él decía era muy fina y el Xinka su comida, tal como habían convenido, al tercer día fueron acompañados de sus ejércitos y ¡primero destapo yo! Expuso el invasor, está bien replico el Tekuan, ya el español pensaba en todas las riquezas que ganaría o  mejor dicho despojaría a los indígenas de la región.

El occidental destapo su comida y al verla cual fue su sorpresa, en el bukul (jícara) habían cientos de gusanos y con olor apestable, los demás asombrados, esperaban que el gran Mokte le sucediera lo mismo, pero él era sabio, desenterró lo suyo y al destaparla esta estaba como la habían colocado limpia y sin gusanos, pues él comía solo miel, y en la tierra no se descompone o se pierde, sino sabe a mejor sabor.

Enojado el oxidental tiro el ejército encima de los Xinkas, hasta casi exterminarlos, el gran mokte salió junto a los suyos en alma cristalina a refugiarse a su casa en el volcán de los Tekuanes o del Tecuamburro.

EL HOMBRE ARAGÁN CONVERTIDO EN MAPACHE.

Había una vez un hombre haragán, pero muy haragán que no se levantaba de su cama. Su esposa estaba desesperada pues ella tenía que buscar que comer, tenía que ir a trabajar la milpa y traer lo necesario para ellos, mientras el esposo sólo se levantaba a ver que comía.

Llegó a enojarse tanto que lo hecho de la casa, pero este no lo hizo, la patoja acudió entonces a su mama y le dijo lo que sucedía, entonces ella hizo que se fueran los tres a ver la milpa pues se la estaban comiendo los animales; al llegar al lugar este vio su milpa y pensó como los animales hacen esto. Y como la suegra de él era Tekuan lo convirtió en mapache y este anduvo por el terreno desgarrando las mazorcas de la milpa, la hija de la señora solo veía de lejos y así anduvo el mapache hombre, de un lado y otro, y desesperado dijo suplicante a su suegra que lo volviera a la vida de hombre, pues no le gustaba estar en el monte y comiendo lo ajeno, entonces la señora le dijo ¿me juras que vas a trabajar para darle de comer a mi hija y a los hijos que tendrán?, si le dijo el mapache parado en dos patas, y la señora por la tarde lo devolvió a la vida de hombre, este agradecido juro a su esposa y suegra que de ahora en adelante trabajaría como debía ser.

EL PÁJARO WANCE.

Esta historia me la conto mi tata en un día de trabajo, en los terrenos de la comunidad de las lomas de Chiquimulilla Santa Rosa casi a la hora del almuerzo, como a las 11:00 de la mañana, alrededor del fuego como de costumbre nos sentamos, colocaba mi tata su sombrero boca abajo y encima las tortillas doradas por el fuego y las comíamos con frijoles y queso; un aguacate maduro cayó, ¡mijo anda recógelo! Dice mi tata yo corro y lo veo es de los sabrosos le digo y nos pusimos a comer, en eso estábamos, cuando un pájaro grande de color amarillo y negro, llego cerca de la montaña de la barranca honda se situó  en un árbol grande y alto y comenzó a cantar, su canto es como el de un hombre desesperado o de un joven adolecente que lo han dejado solo en una montaña.

No le puse mucha atención y después otra vez hasta que le pregunte a mi tata, ¿Por qué canta ese pájaro de esa manera?, ya casi habla, ¡yo lo oigo llorar, le dije!, es el wance me dijo, wance repliqué, ¡si dijo de nuevo! Este era un muchacho que un día, estando trabajando la milpa en el monte con su papá, era muy haragán y una vez, su tata le dijo que si no quería trabajar que se fuera de su casa a buscar quien le diera de comer, el muchacho se fue de la casa y no regresó luego.

Y en una casa de un tío se alojó por un tiempo, pero nunca asía nada y lo echaron de allí y se fue con una su tía, igual lo rechazaron, desesperado volvió a la casa y le dijo al papá que ¡ahora si iba a trabajar!, pero seguía haciendo lo mismo, ese día que te cuento dijo mi tata, ese día se puso a descansar debajo de un árbol de nance, con la cara cielo, y los ojos abiertos, y expresó, que dicha de los pájaros que no hacen nada y tienen que comer, sólo volando andan, así quisiera ser yo dijo, entonces vino el dueño de la montaña y lo convirtió en wance, y anduvo tranquilo volando y se para en los árboles que quería, entonces vino el espíritu de la montaña y le dijo, ¿estás cansado en esta vida?, ¡no replico!, ¡jamás volvería a ser hombre! Dijo deberás le contesto el espíritu de la montaña, si dijo el muchacho, no quieres volver con tu tata, no, dijo, bueno no tengo más remedio que te quedes así y así lo hizo.

El wance anduvo  tranquilo y disfrutando de la vista aérea y de las bondades de un ave, pero al rato le dio hambre y llamó al dueño de la montaña y le pido que iba a comer y este le dijo el que no trabaja ni bueno es que coma el patojo dijo no seas malo dame de comer de lo que sea y yo como, entonces vino el dueño de la montaña y dijo, bueno ves esos gusanitos que salen de los árboles si dijo el muchacho esa será tu comida, y cuando no haya aguanta no hay otro remedio, entonces vino el espíritu de la montaña, eso quisiste eso te toca y el pobre patojo comenzó a llorar y a llorar, tata, ayúdame, espíritu del verde de la montaña, dame de comer otra cosa o devolvedme a la vida del hombre y el dueño de la montaña ya no quiso acceder. Por eso dijo mi tata, mijo vonos ya a trabajar que, ya nos bajó la comida.
Texto inédito de “bolas de fuego, un intento a la vida de las abuelas y los abuelos” de Ka’net Komitu’ry).





Recopilación por Rubén Carias.
Fuentes consultadas:
Actitudes y prácticas culturales del pueblo xinka  Autor: Copxig.
Pueblo Xinka una nación con desarrollo Autor: Copxig.